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Las guerras del nuevo imperio de Octavio Cesar Augusto

Las guerras del nuevo imperio de Octavio Cesar Augusto

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Las guerras del nuevo imperio de Cesar Augusto
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Las guerras del nuevo imperio de Cesar Augusto

 

El emperador Octavio Cesar Augusto continuó como único gobernante del planeta romano y cara el19 a.C. fue proclamado Augusto (sumo pontífice) y el Senado le concedió un poder prácticamente ilimitado. Se transformó en emperador.

(Cayo Julio César Octavio, también conocido como Augusto o César Augusto, 63 a.C., Roma. – Nola, Nápoles, 14 d. C.) fue el primer emperador romano. Procedía de una rica familia de caballeros montados Veretri (su abuelo era banquero, su padre pretor de Macedonia). Su madre era sobrina nieta de Julio César, que lo adoptó en el año 45 a.C. y lo nombró su sucesor.

Tras la muerte de César (44) luchó contra su antiguo lugarteniente Marco Antonio. Contó con el apoyo de Cicerón y de los republicanos del Senado, que querían dividir a la facción de César en su contra. Además, contaba con el apoyo de hombres ricos de Mesina y de otros lugares y podía permitirse un ejército propio.

Las artes prosperaron bajo su mandato; tuvo la suerte de ser de la misma época que los versistas V., H. y O., tal como del historiador Tito Livio.

Fortaleció las artes ornamentales, restauró edificios existentes y también hizo edificar muchos otros. El Panteón fue erigido a lo largo de su reinado y presumía de que:

“…Se había encontrado con una Roma de ladrillo y la había dejado de mármol”.

Se piensa que en el 100 d.C. la urbe de la ciudad de Roma tenía más de 1,5 millones de habitantes y todos y cada uno de los símbolos de una capital imperial: su riqueza y prosperidad se hacían patentes en los ricos mosaicos, templos de mármol, baños públicos, teatros, circos y bibliotecas. Gente de toda raza y condición convergía en la capital. La pobreza se extendía entre una clase baja, de manera frecuente.

Augusto creó la primera policía de la ciudad de Roma bajo el mando de un prefecto de la urbe (praefectus urbi) para poner freno a la violencia del populacho, que hacía tiempo campaba a sus anchas.

 

Las guerras del nuevo imperio de Cesar Augusto

 

Hizo otras trascendentales reformas. Aumentó la eficiencia del ejército, que se situó en los trescientos cero soldados. El servicio militar englobaba de los dieciseis alos veinticinco años, mas Augusto sostuvo su obligatoriedad al mínimo, transformándolo en buena medida en un cuerpo voluntario. Afianzó una Roma con 3 clases sociales.

La más rica y también influyente prosiguió siendo la de los miembros del Senado. Por debajo de ellos, los llamados equites acapararon puestos en la administración pública y aportaron oficiales al ejército (su control era esencial a fin de que el poder de Augusto no fuera cuestionado). La clase baja la componía el grueso del populacho. El sistema distaba de ser recio y la movilidad social era posible.

Un siglo tras su muerte (en el catorce d.C., a los setenta y cinco de edad), el Imperio había alcanzado su mayor extensión. Con A. (setenta y seis-ciento treinta y ocho), englobaba desde la península Ibérica, G. y Britania hasta una línea que esencialmente proseguía los ríos Rin y Danubio.

La totalidad de los presentes Balcanes y Grecia, así como las zonas conocidas como Dacia, Moesia y Tracia (inmensos territorios que alcanzaban el mar Negro), se encontraban bajo el control de la ciudad de Roma.

La mayoría de la presente Turquía, Siria, Líbano, Palestina y también Israel estaba ocupada por las legiones romanas y conectada con Egipto. Desde allá, una profunda franja de territorio romano se extendía por todo el norte de África hasta la costa atlántica en lo que es el día de hoy el norte de Marruecos. El Mediterráneo era un lago de la ciudad de Roma.

 

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Dicha situación se extendió hasta el s. III; los ataques al Imperio desde el exterior y las revueltas internas eran una parte de la vida imperial. Una nueva fuerza religiosa, el cristianismo, ganaba popularidad. A lo largo del reinado de Diocleciano (doscientos cuarenta y cinco-trescientos cinco) la prosecución a los cristianos se transformó en práctica común, política que revirtió C. I en el Edicto de M..

En el trescientos doce, inspirado por la visión de la cruz, C. derrotó a su contrincante Majencio en el Ponte Milvio de la ciudad de Roma. A causa de ello, devino el primer líder cristiano del Imperio romano y encargó la primera basílica cristiana de la urbe, San Giovanni in Laterano.

Después, el Imperio se dividió en 2, con su segunda capital, Constantinopla (fundada por C. en el trescientos treinta), en el Bósforo. Fue este Imperio oriental, Bizancio, el que subsistió cuando Italia y Roma fueron invadidas. Se extendía desde ciertas zonas de los presentes Montenegro y Serbia hasta Asia Menor, una franja ribereña de lo que el día de hoy es Siria, Líbano, Jordania y también Israel hasta Egipto, y un ámbito del norte de África tan al oeste como la presente Libia. Los intentos de Justiniano (cuatrocientos ochenta y dos-quinientos sesenta y cinco) por recobrar Roma y la desmembrada mitad occidental del Imperio jamás prosperaron.

A partir del 43 a.C. Octavio Augusto se convirtió en cónsul general y se dotó de poderes especiales. Ante la resistencia de los republicanos Bruto y Casio, que ostentaban el poder en el este, Octavio decidió formar un triunvirato con sus antiguos rivales Marco Antonio y Lépido (Entrevista de Bolonia, 43). Comienza la persecución de los republicanos (que lleva al asesinato de Cicerón), que culmina con la batalla de Filipos en Macedonia (42).

Octavio, debilitado por Lépido, compartió el poder con Marco Antonio, dejando a éste en el este y quedándose él en Roma para gobernar el oeste. Su rivalidad condujo a la Guerra de Perusa (41), en la que Agripa, general de Octavio-Augusto, derrotó a Antonino. El concilio de Brindisi (40) estableció un nuevo triunvirato de poder. Octavio gobernó en el oeste, Marco Antonio en el este hasta el río Drin (Albania), Lépido en África e Italia fue declarada neutral bajo el gobierno conjunto de los tres jefes. El matrimonio de Antonio con la hermana de Octavio condujo a una paz de cuatro años.

Además, Sexto Pompeyo en el 39 recibió Sicilia, Cerdeña, Córcega y Achea y prometió seguir suministrando alimentos a Roma, pero en el 36 Octavio se opuso a Sexto Pompeyo y fue derrotado en la batalla de Noroca (Sicilia). El reinado de Octavio-Augusto fue popular en Occidente debido al desarrollo de la agricultura y la integración de las provincias en Roma.

Marco Antonio, por su parte, sucumbió a la influencia de Cleopatra VII en Egipto y llevó a cabo una política de orientalización que no beneficiaba a Roma. Octavio se aprovechó de ello y declaró la guerra a Cleopatra en el año 32 (la «Guerra Ptolemaica»). Tras ganar la batalla naval de Actium (31) entró en Alejandría, donde Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron (30). Al anexar Egipto, Octavio entregó a Roma el control de todo el Mediterráneo.

Octavio aprovechó su fama para transformar el sistema político de la República Romana en una especie de monarquía llamada principado o imperio, con un nuevo equilibrio de poder entre el Senado y los ciudadanos romanos, y entre el emperador y su familia.

Originalmente sólo podía renovar su título anualmente como cónsul, pero para confirmar su poder añadió nuevos títulos: princeps senatus (jefe del senado) en el 28 a.C. y Augusto (título religioso) en el 28 a.C. Se convirtió en cónsul vitalicio (con poder de veto sobre los magistrados) en el 23 a.C., en cónsul vitalicio y gobernante de las aduanas en el 19 a.C., en arzobispo (líder religioso del imperio) en el 12 a.C., y en el 2 a.C. el «padre de la patria».

Octavio Augusto, que se negó a ser divinizado en vida, utilizó el culto a los elfos en su beneficio y promovió el culto al emperador como un vínculo más entre los habitantes del imperio. Al mismo tiempo, reformó las instituciones romanas y las adaptó a las necesidades de gobierno del vasto imperio.

Creó el Consejo de los Príncipes, un órgano de gobierno compuesto por personas de su confianza (Agripa, Mesina), y dividió las provincias en el Senado (que mantenía a los gobernadores nombrados por el Senado que no tenían mando militar) y el Imperio (que se regía por la voluntad del emperador). Redujo la carga de los impuestos poniéndolos bajo control directo, protegió las órdenes eclesiásticas, favoreció a la caballería frente a la nobleza senatorial, defendió las fronteras del imperio frente a las invasiones partas y germánicas, y continuó su expansión en las regiones del Danubio y el Mar Negro. Una de las debilidades de su poder era que no tenía heredero (no tenía hijos de tres matrimonios).

Finalmente adoptó a su yerno Tiberio, que llegó al poder con él a partir del 13 d.C. y le sucedió tras su muerte.

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